Cada vez con más frecuencia el cambio de roles, como la mayor participación de la mujer en la educación y el ámbito laboral, está transformando la maternidad de una obligación a una opción.


La natalidad en México ha disminuido significativamente, con una caída del 8.5% en 2024, hilando tres años de descenso. Las causas el desempleo, inseguridad,  pero sobretodo influyen ampliamente los cambios en prioridades de las generaciones jóvenes, quienes posponen o deciden no tener hijos. 

La natalidad en México registró 1.67 millones de nacimientos, la cifra más baja en al menos tres años consecutivos, y una tasa de fecundidad que rondó los 1.6 hijos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo (2.1) necesario para una población estable.

La natalidad está por debajo de los niveles prepandemia

Uno de los principales factores son las restricciones económicas, dificultades de vivienda, desempleo, sobretodo cambios en prioridades de las generaciones jóvenes, quienes posponen o se unen a la tendencia childfree.

Mayor educación femenina y participación labora

Los cambios en modelos familiares tradicionales por familias más pequeñas o no tener hijos; el empoderamiento de la mujer, sumado a la planificación familiar y el acceso a anticonceptivos, son aspectos que han influido en posponer o decidir no tener hijos. 

Estos cambio de roles, como mayor participación de la mujer en la educación y el trabajo, está transformando la maternidad de una obligación a una opción.

Cada vez más personas priorizan el desarrollo profesional, estudios y estabilidad antes de la paternidad. Esto los lleva a prioriza la autonomía, el desarrollo profesional y personal, las finanzas y proyectos propios, redefiniendo la realización personal más allá de la maternidad o paternidad tradicional.

Las políticas públicas funcionaron para influir en la decisión de tener menos hijos, a través de los programas de planificación familiar implementados desde los años 70 como «La familia pequeña vive mejor» han impactado la tendencia demográfica a larga.

Aunque en el colectivo social se piensa que los jóvenes tienden a ser egoístas por no querer descendencia, lo cierto es que, para Julián Flores Arellano, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, lo que está motivando a éstos a no tener hijos tiene que ver con un cambio ideológico y una mayor conciencia social sobre lo que implica traer al mundo a un ser, tanto en los aspectos económico, psicológico y emocional.

En el caso de las mujeres se evita delegar la crianza a terceras personas, como padres, hermanos o familiares cercanos, que es muy común dado que no existen estructuras sociales suficientes que brinden el apoyo para cuidado de infantes, de manera segura, por ejemplo.

Y evitar tener jornadas dobles de trabajo, ya que la carga doméstica sigue recayendo en mayor parte entre la población femenina.

“Pienso que incluso lo que ellos hacen es altruismo. Si uno les pregunta el motivo, te dan argumentos válidos. Reflexionan: ‘si con lo que gano muy difícilmente puedo sobrevivir, ¿para qué traer a alguien a sufrir?’

Pero ese razonamiento también abarca otros campos, no sólo el económico. Piensan sobre las condiciones que heredarán a sus posibles hijos, los conflictos políticos que enfrentarán, el tema ambiental y la seguridad socia, concluyendo en posponer o definitivamente no tener hijos.

Impacto a largo plazo

La disminución impacta la estructura de edad, con menos población infantil y juvenil, afectando la demanda educativa, sólo generando la necesidad de ajustar políticas públicas para una población envejecida, como señalan CONAPO.