Este año 2025, en medio de la tendencia que celebra la productividad femenina, la independencia financiera y el empoderamiento profesional, un nuevo fenómeno viral puso en jaque los discursos tradicionales sobre el rol de la mujer en la sociedad: se trata de las soft girls, jóvenes que han decidido rechazar la vida laboral y ser mantenidas por sus parejas, principalmente varones, como una elección de estilo de vida.

Con millones de visualizaciones en redes sociales, particularmente en TikTok bajo hashtags como #softgirl y #stayathomegirlfriend, esta tendencia mezcla estética visual, romanticismo cotidiano y una fuerte crítica al desgaste emocional que provoca la vida laboral moderna.

¿Qué es una soft girl?

Originalmente, el término soft girl hacía referencia a una estética dulce y suave: tonos pastel, maquillaje ligero, decoración rosada, flores secas, agendas ilustradas y rutinas caseras. Sin embargo, con el paso del tiempo, evolucionó a algo más profundo: una filosofía de vida en la que la mujer renuncia al trabajo remunerado para dedicarse al hogar, al autocuidado y a vivir bajo el sustento económico de su pareja.

A diferencia de la figura de la girl boss, que promovía la autosuficiencia financiera como forma de empoderamiento femenino, las soft girls priorizan la calma emocional, las relaciones afectivas estables y el descanso como valores supremos.

Influencers y testimonios reales

Una de las representantes más virales de este estilo es Mika Valentina, una influencer de 27 años que dejó su empleo como asistente de marketing en Miami para “dedicarse a su novio y al yoga”. En uno de sus videos más populares, con más de dos millones de reproducciones, afirma: “Prefiero preparar el desayuno, grabar contenido y estar en paz. No quiero un jefe ni vivir estresada”.

En México, Nah, la mantenida, ha generado polémica y admiración por igual. Desde su cuenta de TikTok, defiende su vida sin trabajo: “Mi sueño era ser mantenida por un gringo proveedor de dos metros. Hoy, lo cumplí”, afirma con humor y sin culpa.

Otros casos incluyen a Camila Torres, de Guadalajara, quien declaró: “Después de años de trabajar de 9 a 6, hoy mi pareja me apoya y me siento más feliz y conectada conmigo misma”, y Alexia Fénix, de Barcelona, quien afirma que su rol es cuidar la casa, hacer arreglos florales y leer, mientras su novio cubre todos los gastos.

¿Una nueva forma de empoderamiento?

El fenómeno no ha estado exento de críticas. En redes sociales, decenas de usuarias han calificado esta tendencia como “romantización de la dependencia económica” y “regresión a roles de género tradicionales”. Algunos comentarios incluso aseguran que se trata de un “privilegio de clase”, y que no todas las mujeres pueden —ni deberían— aspirar a ser mantenidas.

“Esto no es empoderamiento, es un disfraz del conservadurismo”, opinan en foros feministas. Otras usuarias lanzan advertencias: “Parece cómodo, pero el precio es tu libertad”, “Suena lindo hasta que te separas y no tienes nada”, o “¿Y si él te deja?”.

Visiones académicas

Desde la academia, la doctora Ingrid Gómez, socióloga de la UNAM, ofrece una visión más estructural: “El auge de las soft girls responde a un rechazo generacional al culto al trabajo. Pero también revela una fragilidad, ya que su seguridad financiera depende de terceros”.

La experta considera que si bien esta elección puede ser válida y respetable, no debe romantizarse sin reconocer los riesgos: “Cuando una mujer deja de tener ingresos propios, se pone en una situación de vulnerabilidad, sobre todo si no hay un respaldo legal o un acuerdo justo con la pareja”.

¿Una moda pasajera o una revolución silenciosa?

Mientras algunos critican la superficialidad del fenómeno, otros consideran que es una forma de resistencia emocional ante el mundo hiperproductivo. Al fin y al cabo, las soft girls no buscan agradar a las expectativas sociales, sino redefinir lo que para ellas significa una vida plena.

En un escenario donde el agotamiento laboral, la ansiedad y el burnout son cada vez más comunes entre mujeres jóvenes, no sorprende que muchas opten por lo opuesto: la suavidad, la tranquilidad, el amor.

Si es una moda o una verdadera revolución femenina, el tiempo lo dirá. Lo cierto es que las soft girls ya dejaron huella en las redes… y en la conversación global sobre el rol de la mujer en el siglo XXI.