El amor que retiene no es amor: es deuda inconsciente de padres que aman pero aman mal.
Cuando los padres aman tanto que sin querer atan.
Decía Carl Jung que “la carga más pesada que lleva un hijo es la vida no vivida de sus padres”. Y sí… esa frase da un poco de miedo, porque muchos la estamos cargando sin saberlo.
No hablamos de padres “malos”. Hablamos de padres que aman demasiado mal. Que dan la vida, pero también expectativas. Que alimentan, pero también programan. Que cuidan, pero también proyectan.
Y entonces los hijos…
Empiezan a vivir por ellos.
A elegir por ellos.
A amar por ellos.
A cargar lo que no les corresponde.
Eso no es herencia. Al menos no es una herencia elegida.
Es una hipoteca emocional que impide crecer.
En lenguaje sistémico, eso se llama “amor ciego”:
El hijo que se queda en casa para no superar al padre.
La hija que fracasa en el amor por fidelidad a la madre.
El profesional brillante que sabotea su éxito porque “a papá le dolía mi crecimiento”.
El hijo que no se atreve a ser feliz, porque eso sería traicionar el dolor de su linaje.
El problema es que ese amor ciego no repara. Solo repite.
Y no hace más que agrandar la herida que intentaba curar.
Por eso, la mayor muestra de amor de un padre no es el sacrificio. Es la liberación.
“Hijo, yo me encargo de lo mío.
Te libero de mis sueños frustrados.
Te regalo el permiso de florecer sin culpas.
No tienes ya que pagarme nada.
Solo vive. Ama. Equivócate. Y sé feliz.
Así me honras. Así me trasciendes.
Lo que heredaste no te define, pero seguir cargándolo sí es tu elección.
¿Qué creencias heredaste?
¿Qué contratos invisibles están moldeando tu realidad?
Recupera tu poder, soberania, rompe tu sistema de creencias, construye una nueva realidad.
#ConstelacionesAmarParaSanar
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