La palabra «patriarcado» no fue inventada por una sola persona, sino que evolucionó del término «patriarca» y su uso en las ciencias sociales, especialmente a partir de los años 70 por los estudios feministas y de género para describir un sistema de poder y dominación masculina.

En cuanto a su origen etimológico, proviene del griego pater (padre) y archón (líder), y se relaciona con sistemas de organización familiar y social donde el varón es el jefe y ejerce la autoridad.

El patriarcado es un sistema social en el que los hombres ostentan el poder principal y predominan en roles de liderazgo político, autoridad moral, privilegios sociales y control de la propiedad.

Se caracteriza por el dominio masculino sobre las mujeres y se manifiesta en diversas estructuras de la sociedad, desde la familia hasta las leyes y costumbres.

Aunque puede tener orígenes complejos, no se considera un «orden natural», sino una construcción social que ha limitado la posición de las mujeres y también ha impuesto cargas a los hombres.

Características principales

  • Dominio masculino: Se basa en la supremacía de lo masculino sobre lo femenino, relegando a las mujeres a un segundo plano.
  • Desigualdad: Crea una relación de poder desigual que genera discriminación y desigualdad hacia las mujeres en diversos ámbitos.
  • Rol de género: Las mujeres a menudo se ven limitadas a roles de cuidado y domésticos, mientras que los hombres son vistos como proveedores y se espera que no muestren vulnerabilidad.
  • Justificación ideológica: Se apoya en una ideología que justifica el dominio masculino, a menudo atribuyéndolo a diferencias naturales entre géneros, aunque para muchos es una construcción cultural.
  • Manifestaciones: Se manifiesta en la historia a través de instituciones (como algunas iglesias), leyes, costumbres y prácticas sociales, y en la actualidad se puede observar en la brecha salarial, la violencia de género y la desigualdad en el acceso a puestos de poder, entre otros aspectos. 

Consecuencias

Para las mujeres: Enfrentan discriminación, limitación de oportunidades en el ámbito público y profesional, y violencia. 

Para los hombres: También sufren las consecuencias al tener que cumplir con expectativas rígidas de masculinidad, como la necesidad de demostrar fuerza, lo que limita su capacidad de expresar emociones y asumir roles de cuidado. 

El patriarcado no solo afecta las relaciones entre hombres y mujeres, sino también las relaciones entre los propios hombres y la estructura de la sociedad en su conjunto.

La forma y el grado de patriarcado varían en diferentes culturas y momentos históricos. Y ha evolucionado a lo largo del tiempo, logrando avances gracias a las luchas feministas, pero las prácticas sociales patriarcales persisten y se manifiestan de diversas maneras. onjunto. 

Las causas del patriarcado

Incluyen el surgimiento de la propiedad privada y la jerarquía social durante la Revolución Neolítica, la transmisión de la herencia por línea masculina y la interpretación cultural de las diferencias biológicas entre sexos, que se consolidaron con la acumulación de riquezas y el control de los recursos.

Estas estructuras iniciales fueron reforzadas a través de la historia con leyes, sistemas religiosos, la división del trabajo y la imposición de roles de género, y se perpetúan hoy en día a través de la socialización, la cultura y los medios de comunicación.

Causas sociales y culturales

Las diferencias biológicas entre hombres y mujeres fueron interpretadas culturalmente para asociar a los hombres con el poder y a las mujeres con la sumisión. 

Respecto a los sistemas legales y religiosos, hiistóricamente, las leyes y las prácticas religiosas reforzaron el control masculino y la subordinación de las mujeres, como se observa en la antigua Roma o el código Napoleónico. 

La división sexual del trabajo: La asignación de roles específicos a hombres y mujeres limitó el acceso de estas últimas a ciertas esferas, perpetuando una división sexual del trabajo. 

Causas contemporáneas

Los medios de comunicación y la socialización refuerzan estereotipos de género que perpetúan el patriarcado, promoviendo imágenes idealizadas y limitando la percepción de las personas. 

Estereotipos y expectativas: Creencias arraigadas, como la idea de que los hombres son más aptos para el trabajo o que la maternidad es el rol principal de la mujer, siguen operando en la sociedad. 

Cultura de la violencia: La violencia de género, tanto física como simbólica, es una manifestación de la opresión patriarcal, y en las sociedades patriarcales tiende a ser naturalizada o invisibilizada.