Una tradición ancestral india obliga a que niñas de las castas más bajas sean destinadas a satisfacer las necesidades sexuales de los hombres del pueblo.
La tradición devadasi, se originó en el sur de India hace 1,000 años. Las devadasi del sánscrito, que significa sierva de la deidad, eran mujeres en la antigua India dedicadas al servicio y la adoración de una deidad o templo hindú por el resto de sus vidas. El culto a Yellamma Devi está profundamente arraigado en la cultura local, y sus devotos creen en su capacidad para proteger y proporcionar bendiciones;
Sin embargo, aunque la práctica está prohibida por ley desde 1982, hoy en día, mujeres y niñas, principalmente, en ciertas regiones del sur la India, son simbólicamente casadas o consagradas a la diosa Yellamma, quien según la tradición hindú, es una de las diosas más poderosas asociada con la con la fertilidad y la buena fortuna. por lo que los padres deciden desde la infancia entregar a su hija, generalmente cuando tienen entre cuatro y ocho años.
¿El por qué?
No sólo es una manifestación de la discriminación de género que existe en países como la India; para dimensionar el contexto, por ley se tiene prohibido decir el sexo del futuro bebé para evitar abortos selectivos de niñas. La Ley de Técnicas y Diagnósticos Prenatales castiga los exámenes de determinación del sexo de los fetos mediante sonografías y otras técnicas, así como el aborto selectivo.
No obstante, según una investigación publicada en la revista médica The Lancet, cada año medio millón de fetos femeninos desaparecen. Las niñas son vistas como una carga económica y social para las familias.
Para casar a una hija, la familia tiene que entregar una dote -aun cuando esta práctica fue abolida en India en 1961, su práctica ocurre en todos los estados, bien en la forma más arcaica, o mediante abusivos regalos de boda- a la familia del futuro marido.
En la mayoría de los casos, las familias de baja casta para poder darle la dote, tienen que pedir un préstamo y los prestamistas cobran intereses que endeudan a la familia de por vida. Esto, aunado a las supersticiones, alimentadas por la pobreza y la ignorancia, lleva a muchas familias a ofrecer a algunas de sus niñas a los templos para librarse de los males que les afectan.
En sus orígenes, la tradición devadasi fue un rol religioso respetado dentro de los templos, no obstante, con el tiempo y debido a la pobreza y desigualdad social, esta práctica degeneró en explotación sexual y prostitución. Cuando las devadasi alcanzan la pubertad, cualquier hombre las puede usar sexualmente, las mujeres están obligadas a satisfacer sexualmente a los hombres del pueblo; nunca pueden negarse a ello y tampoco les está permitido casarse.
Las niñas y mujeres jóvenes son casadas simbólicamente en una ceremonia de iniciación. Después de la ceremonia, quedan a disposición de los hombres de la comunidad, quienes las utilizan como objetos sexuales a cambio de dinero. Esta práctica, que a menudo es aprobada por sus propias familias debido a la extrema pobreza y el estigma social, se disfraza de ritual religioso.
Actualmente, diversas ONG trabajan en la región para promover los derechos de estas mujeres, ofreciendo asistencia y apoyo para liberarlas de este sistema de esclavitud sexual ritualizada.
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