A primera vista, podría parecer un tema sin tanta importancia, pero lo que hay detrás del fenómeno incel es un reflejo de lo que viven muchos hombres jóvenes hoy: una mezcla de soledad, frustración, aislamiento digital y falta de herramientas emocionales.

De acuerdo con la periodista Viridiana Ríos, en 2012 alrededor del 5% de los hombres en México podrían considerarse incels, para 2023, la cifra aumentó a 7%. Puede sonar poco, pero estamos hablando de cientos de miles de hombres jóvenes que nunca han tenido una pareja sexual ni afectiva.

Lo curioso y quizás un poco preocupante, es que la mayoría no pertenece a contextos de poca educación o recursos limitados, como muchas veces se piensa. De hecho, los datos muestran que los incels con estudios universitarios terminados son mayoría: casi 400 mil hombres en México están dentro de este grupo.

Entonces, si no es la falta de oportunidades o de educación, ¿qué está pasando?

El psicólogo Samuel Islas Ramos, presidente del Consejo Mexicano de Psicología, explica que el problema no tiene que ver directamente con el feminismo ni con los cambios sociales, como algunas personas piensan. De hecho, él asegura que mientras el movimiento feminista fomenta el respeto hacia las mujeres y sus decisiones; entre algunos hombres ha incrementado un tipo de resentimiento, porque no logran entender ese nuevo equilibrio, es decir, ya no se trata solo de “no tener pareja”, sino de cómo eso se vive emocionalmente.

Muchos hombres crecieron en un entorno donde se les enseñó que su valor dependía de su éxito con las mujeres, de su rol como proveedores o de su capacidad de “conquistar”. Pero cuando esa expectativa se rompe, porque las mujeres hoy deciden, eligen, ponen límites o simplemente no buscan lo mismo, algunos se quedan sin una brújula emocional.

Y ahí, en ese vacío, es donde nacen los foros incel. La mayoría de los incels encuentran comunidad en internet, espacios donde comparten su frustración, pero también donde muchas veces se alimenta la idea de que las mujeres son las culpables de su soledad. Y aunque no todos los que se identifican como incels son violentos, sí existen casos donde la ira y el rechazo se convierten en discursos de odio.

Lo preocupante es que muchos jóvenes se están quedando atrapados en ese discurso y en lugar de buscar ayuda o desarrollar habilidades emocionales, se refugian en comunidades que les refuerzan la idea de que son víctimas de un sistema injusto, cuando en realidad lo que necesitan es acompañamiento psicológico y espacios donde puedan hablar sin miedo al juicio.

 

Con información de Cultura Colectiva