La carencia de especialistas en salud mental adolescente limita la atención adecuada a millones de jóvenes. La urgencia de más programas y profesionales es evidente, coinciden especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM.
Los padecimientos recurrentes en jóvenes entre 10 y 19 años son trastorno de ansiedad, conducta suicida, déficit de atención, uso de sustancias y depresión.
Azucena Ochoa Cervantes, profesora de la Facultad de Psicología y Educación de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), afirmó que la Nueva Escuela Mexicana (NEM) tiene como finalidad que la niñez y la juventud puedan ejercer plenamente su derecho a la educación, el cual constituye el principio fundamental de la política educativa nacional.
Ese derecho va más allá del aprendizaje de saberes y conocimientos; debe garantizar el respeto de los estudiantes a la dignidad y el desarrollo efectivo de su bienestar cognitivo, económico, espiritual, ético, cultural y social. Implica la participación en procesos formativos en los que se respeten y promuevan relaciones entre sujetos en un marco de reconocimiento y valoración de la diversidad lingüística, cultural, étnica, de género, etcétera.
El plan de estudio marca que la convivencia tiene como principio la inclusión, donde las escuelas atienden las necesidades de desarrollo de niñas, niños y adolescentes en todos los ámbitos, y que se teje en el espacio educativo y la comunidad.
El derecho a la educación implica también el de una vida saludable, con especial énfasis en la salud mental, con el desarrollo de habilidades sociales, psicológicas, emocionales y afectivas.
Pamela Garbus, también profesora e investigadora de la Facultad de Psicología y Educación de la UAQ, comentó que la dimensión de lo comunitario puede ser visibilizado y utilizado en el mejor sentido del término para potenciar lo que la escuela sí puede hacer.
A través de la salud mental comunitaria se intenta convertir a la comunidad misma en un factor y actor protector y terapéutico. Esta perspectiva implica asumir colectivamente la responsabilidad por lo que genera un daño, y las tareas necesarias para la reparación o minimizar los padecimientos subjetivos que enfrentan niñas, niños y adolescentes.
Implica, entre otros aspectos, trabajar en el establecimiento de redes de apoyo, de nuevos lazos sociales y familiares para los sujetos e instituciones, concluyó en la sesión moderada por Cecilia Fierro Evans, académica de la Escuela Nacional de Estudios Superiores, Unidad León, de la UNAM.
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