En 1971, en medio del océano Índico, Yvonne Vladislavich quedó sola tras la explosión de su embarcación. 

Cuando parecía que no había salida, aparecieron unos delfines que la sostuvieron y escoltaron durante días, recorriendo más de 320 kilómetros. 

Finalmente, alcanzó una boya y pudo ser rescatada por un barco. Su historia sigue siendo uno de los relatos más impactantes de supervivencia y del misterioso vínculo entre humanos y delfines.

Y hay más. El 28 de mayo de 1978, cuatro pescadores se perdieron en la niebla frente a la costa de la isla Dassen, Sudáfrica. Sabían que había rocas peligrosas en los alrededores y temían chocar con ellas porque la niebla se había vuelto tan densa que no podían ver hacia dónde se dirigían. Entonces, se percataron de que un grupo de delfines empujaba el barco, obligándolos a cambiar de rumbo.

De repente, a través de la niebla, vieron rocas afiladas que sobresalían del agua. Las rocas solo se hicieron visibles al pasar flotando junto a ellas, y los pescadores comprendieron al instante que los delfines les habían salvado la vida. Mientras tanto, los delfines continuaron empujando el barco por un rumbo que solo ellos conocían, hasta que llegó a aguas tranquilas. Entonces se alejaron.

Cuando la niebla se disipó, los hombres se quedaron atónitos al encontrarse en la misma bahía de la que habían partido originalmente esa mañana temprano.