«Mentir constantemente no tiene como objetivo hacer que la gente crea una mentira, sino garantizar que ya nadie crea en nada.

Un pueblo que ya no puede distinguir entre la verdad y la mentira no puede distinguir entre el bien y el mal.

Y un pueblo así, privado del poder de pensar y juzgar, está, sin saberlo ni quererlo, completamente sometido al imperio de la mentira. Con gente así, puedes hacer lo que quieras».

Hannah Arendt, historiadora y filósofa alemana, desarrolló el concepto de «la banalidad del mal».

La banalidad del mal es un concepto acuñado por la filósofa Hannah Arendt que describe cómo personas «normales», sin intenciones malignas ni maldad inherente, pueden cometer grandes atrocidades por simple cumplimiento de órdenes y por la incapacidad de pensar en las consecuencias éticas de sus actos dentro de un sistema burocrático.

Se refiere a la trivialización del mal cuando no hay malicia, sino una ausencia de reflexión y una obediencia ciega a la autoridad.