Ya lo decía la escritora Audre Lorde en 1980: “Ciertamente hay diferencias reales entre nosotras de raza, edad y sexo. Pero no son lo que nos separa. Más bien es nuestra negativa a reconocerlas”.

Para Mara Viveros, doctora en Antropología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, es precisamente en el reconocimiento de nuestras particularidades que se enriquece nuestra práctica social y política para encontrar condiciones justas y específicas para todas las personas.

¿Qué es la interseccionalidad?

Está definida como la herramienta teórica y práctica que nos sirve para analizar cómo influyen los factores sociales e individuales en las condiciones de vida de cada persona y, con ello, la experiencia que tendrán frente a la violencia, las injusticias o el acceso a sus derechos.

Si bien, ese concepto popularizado por la jurista estadunidense Kimberlé Crenshaw en 1989 describió en un inicio cómo las características individuales de las personas las exponen de manera específica a la violencia y discriminación, para la antropóloga colombiana Mara Viveros es fundamental pensar también en la dimensión estructural de los dispositivos sociales que administran esas particularidades, ya que puede perderse de vista que el problema no es la característica individual en sí, sino cómo las estructuras de poder las marginan o las favorecen.

A pesar de que el concepto es muy socorrido, con el pasar de los años la institucionalización que se ha hecho de él lo ha vaciado de contenido, dejando de lado su impronta política inicial, lo cual se ha exacerbado, según su perspectiva, en los últimos años gracias a las redes sociales que, aunque útiles para la divulgación, muchas veces impide abordar las ideas de manera profunda.

La sugerencia entonces es combinar ambas estrategias, apoyarse en las tecnologías, pero regresar a los libros.

Información del proyecto Pensadoras Críticas de América Latina y el Caribe de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.